Somos José, Antonio y Luis Angel Valdespina Sagredo, tres hermanos descendientes de varias generaciones dedicadas en cuerpo y alma al cultivo de hortalizas en Torquemada, principalmente el pimiento.

Ni la dureza de este trabajo de hortelano ni las dificultades propias derivadas de cultivar un producto como el pimiento en semejante altitud geográfica, nos han desanimado en ningún momento, a continuar nuestra labor de «criar» y hacer llegar al consumidor el sabroso fruto de nuestro trabajo, «los pimientos de Torquemada». Desde hace décadas ponemos nuestras manos y nuestros conocimientos al servicio de una «agricultura tradicional» que apuesta claramente por la calidad . Reconocemos sentir debilidad por el cultivo del pimiento y nos sentimos orgullosos de haber conseguido con nuestro empeño que el pimiento de Torquemada no desaparezca de los mercados, por el contrario es cada vez más conocido y saboreado. Siempre hemos sido concientes de que el , producto que estamos consiguiendo es «diferente» y así es reconocido por quienes lo consumen.

De nuestro padre «Salus» aprendimos la tradición del cultivo de pimientos, practicas que seguimos manteniendo pues claramente consideramos que este trato tan artesanal influye en gran medida en el resultado final que estamos obteniendo.

Con él aprendimos los pequeños secretos para saber entender y atender las necesidades que el pimiento tiene a lo largo de su ciclo.

De nuestra madre «Matilde» aprendimos que había una forma de preparar el pimiento, que lo hacía aún mas exquisito si esto era posible. Nos enseño que, evidentemente, este pimiento por su gruesa carne, peso y principalmente sabor, era el mas idóneo para consumirlo «asado» pero que este proceso no podía hacerse, de cualquier forma era necesario hacerlo de una determinada forma teniendo en cuenta una serie de cuestiones para que al final el resultado sea perfecto. Como siempre ocurre en estos casos el proceso ARTESANAL no es precisamente, el más rápido, fácil y productivo; sino mas bien todo lo contrario pero el resultado merece la pena y en todo caso, no estaría nada bien que a una materia prima tan natural de tanta categoría y procedente de un cultivo tradicional, se le trate, después de cualquier manera. Nuestra madre nos enseño cual era el momento de maduración del pimiento mas idóneo para ser «cortado y asado». Con ella empezamos primero a manejar el carbón vegetal y después la encina como el combustible idóneo para el proceso de asado. Aprendimos tanto nosotros como nuestras mujeres a cogerle el «punto de asado», posiblemente el momento mas difícil de la elaboración. Asado lentamente al fuego de la encina, volviéndolos y volviéndolos para que todas sus caras queden asadas por un igual, ni demasiado crudos, ni demasiado pasados, en su punto, todo un reto. Nos enseñó el pelado a mano, trabajo mas sencillo pero muy meticuloso; una vez pelados hacíamos las tiras, en este caso dadas las características de nuestros pimientos mas bien estupendos filetes . Estos filetes los metíamos en tarros de cristal, los cuales se cocían al baño maría.

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El resultado de entonces eran unos pimientos asados, embotados, tan exquisitos que nos hacían a nosotros, a nuestros familiares, amigos y conocidos mas ameno el transcurso de tiempo entre campaña y campaña de pimientos.

Animados por estos consumidores y concientes del producto que teníamos entre manos y de su siempre creciente aceptación, en el año 2003 damos un importante paso profesional y creamos una empresa familiar que se dedicara al embotado de pimiento asado a la que en honor a nuestro padre y teniendo en cuenta que con este nombre nuestros pimientos, en fresco, ya habían dado la vuelta a España, la dimos el nombre de HORTALIZAS SALUS S.L. En este mismo año comenzamos la construcción, en Torquemada, de una pequeña planta embotadora, con la intención de transformar los pimientos de nuestro campo a producto ya asado y embotado, siguiendo el procedimiento artesano que en nuestra casa durante generaciones se ha hecho, garantizando la higiene del producto con la moderna construcción de los locales donde se realiza el proceso, y la esterilización en autoclave. Todo este proyecto dentro de un interesante marco de fomento de empleo y alternativa en el mundo rural.

En el año 2004 las instalaciones de la planta embotadora están concluidas y es en la campaña de este mismo año cuando se pone en marcha el funcionamiento de la misma y con ello un nuevo reto para nosotros, demostrar a la opinión pública y principalmente al consumidor, que en estos tiempos de modernidad en los que para todo se busca la máxima rentabilidad, en perjuicio, de la calidad de los productos, incluidos los alimentarios, todavía es posible encontrar una empresa familiar como la nuestra, consolidada sobre unos pilares cargados de «ilusión y estima» y que apuesta claramente por la «diferenciación». En resumen convertir algo tan cotidiano como la alimentación, en un verdadero placer.

Los resultados de la primera campaña han sido satisfactorios, lo que nos hace prever que nuestro éxito va por buen camino.