La huerta de Torquemada cuenta con un rico pasado. Hasta la primera mitad del siglo XX vivían de ella cerca de 200 familias que cultivaban de forma tradicional alrededor de 100 hectáreas. Sus productos eran transportados en carros or los propios hortelanos hacia los mercados de Burgos y Lerma, donde ellos mismos los vendían. Después de un sangrante éxodo rural durante las últimas cuatro décadas debido al triple proceso de mecanización y atracción urbana e industrial, el presente de la huerta de Torquemada se sustenta en cinco familias, que han sabido superarse y adaptarse a la competitividad que exigen los nuevos tiempos, con la incorporación de destacados avances agronómicos, mediante el empleo de nuevas técnicas como el cultivo bajo plástico, la incorporación del riego por goteo, la mecanización del sistema de plantación, la construcción de cortavientos, y la introducción de cámaras frigorificas entre otros. En Torquemada surge una nueva iniciativa agroalimentaria que apuesta por el futuro con base en sus afamados pimientos y productos de huerta. Esta iniciativa busca relanzar su actividad económica, recobrar sus señas de identidad cultural y tratar de dar respuesta, con productos de calidad, a una creciente demanda.
El futuro pasa por la creación de una industria agroalimentaria, recientemente acabada, surgida de la iniciativa de los últimos hortelanos del municipio, constituidos en Sociedad Cooperativa «Vega de Torquemada» que producen hortalizas bajo la denominación de «Hortalizas Salus». Esta iniciativa pretende dar respuesta a la creciente demanda del pimiento y de otros productos de huerta, valorados por su excelente calidad, y puede suponer un impulso para el renacer de la huerta del municipio, el desarrollo de los servicios y en definitiva dela riqueza de la zona, para lo que precisa del apoyo de las administraciones a distintas escalas, local, provincial y autonómica.
En el centro de la Comunidad de Castilla y León, junto a la autovía de Castilla, a medio camino entre Burgos y Valladolid, y dentro de la provincia de Palencia, a tan sólo 21 kilómetros de la capital, se sitúa Torquemada. Es un municipio de 1.300 habitantes en cuya vega, bañada por el río Pisuerga, encontramos un pequeño espacio de huerta de no más de ocho hectáreas, una parte cubierta, formada por trece invernaderos o cultivos bajo plástico, ocho cubiertos de malla, y un espacio formado por huerta al descubierto. Hoy constituyen los testigos mudos de un pasado asociado, a su afamada y extensa huerta.
Dentro de sus huertas, las norias suponían la fuente que alimentaba a las acequias principales, que a su vez surtían de agua a los surcos, donde el cultivo del pimiento ocupaba la mitad de la explotación familiar, el resto estaba formada por otros cultivos como: tomates, cebollas, pepinos, judías verdes, lechugas, zanahorias, …. La explotación estaba salpicada de frutales, como manzanos, perales y almendros, entre estos destacaban el moral y el nogal, normalmente junto a «la casilla». «Las casillas» hacían las funciones de cuadra para el ganado, depósito de aperos, almacén de los productos de huerta y hábitat de la farnilia, puesto que en la huerta se pasaban largas jornadas de trabajo diario. Se bacía necesario el trabajo de cada uno de los miembros de la fumilia a lo largo de los meses de primavera y verano. Todo esto confería al espacio un bello aspecto humanizado y ajardinado.
Un jardín cuidado con mimo por hortelanos que iban escalonando las sementeras y los periodos de recolección de sus productos, en mayo la lechuga, más tarde las judías verdes para continuar con pimientos, pepinos, tomates …. a lo largo del periodo estival.
Durante el invierno la recolección continuaba con berzas, repollos y coliflores, pero ya en menor proporción.
El mercado estaba orientado hacia las poblaciones de Burgos y Lerma principalmente. Palencia, a pesar de situarse más próxima, tenía su propia huerta, cultivada por hortelanos que, en buena medida, eran descendientes de Torquemada. Al mercado de Burgos y Lerrna, se llegaba después de una larga jornada de transporte con parada en la mitad del camino, Villanueba de las Carretas. Este recorrido lo hacían los hortelanos con sus carros cubiertos por toldos en los que portaban grandes cestos y tarreros (pequeños cestos) cargados de sus productos de huerta. Una vez en los lugares de de. stino, eran. los propios hortelanos quienes se convertían en los vendedores de su propia mercancla.
Pero desde mediados de siglo se empiezan a producir importantes cambios, comienzan a participar los camiones y el tren en el transporte de los productos de huerta, el sistema de carros con tracción mular ya empezaba a suponer un retraso, al tiempo que un creciente peligro.
La extensión de las infraestructuras y el desarrollo de los medios de transporte a escala nacional darán lugar a que, a partir de los setenta, los grandes espacios productores de La Rioja y de La Costa Mediterránea entren en competencia con los mercados tradicionales, y todo ello a pesar de la calidad y la alta valoración con que contaban sus productos. En Torquemada, los pequeños hortelanos no estaban asociados y no podían competir con esas grandes empresas y cooperativas hortícolas que, debido al clima, podían ofertar sus productos desde un periodo más temprano.
Al mismo tiempo, el desarrollo económico producido en España, a partir del Plan de Estabilización de 1959 y los posteriores planes de desarrollo de los años sesenta y setenta ( 1964-67, 68-71 Y 72-75), propiciaron un desarrollo polarizado, lo que dio lugar a que las ciudades necesitaran mano de obra para su pujante actividad industrial y de servicios. Es así como se explica la marcha de decenas y decenas de familias de hortelanos, cientos de personas del municipio, que se dirigieron hacia los núcleos industriales del País Vasco, Cataluña y Madrid principalmente buscando mejorar sus condiciones de vida.
Junto a estos cambios socioeconómicos, también se van a introducir importantes cambios en el paisaje agrario, la concentración parcelaria de finales de los años setenta (1977-79) facilitó la mejora económica y técnica de las explotaciones, para lo cual se agrupan parcelas, eliminan lindes, desvían arroyos, crean nuevos caminos y consolidan otros, desmontan norias, arrancan numerosos árboles frutales, …
De esta forma las tradicionales huertas se transformaron en espacios agrarios en los que predomina la explotación cerealista. Los términos o pagos que en el verano fueron espacios verdes, color que introducía la huerta, hoy son mayoritariamente espacios dominados por el color amarillo de cultivos de secano como el trigo y la cebada, en ocasiones, salpicados por cultivos industriales de regadío como la remolacha, la alfalfu o el maíz.
«Las casillas», que habían sido el corazón del jardin humanizado que suponían las huertas, dejaron de cumplir su misión. Las modernas explotaciones cerealistas han dejado sin función a estas casillas y con la pérdida de uso, en muchas de ellas, el adobe de sus paredes se ha ido desmoronando, se han sucedido las goteras en sus tejados, y finalmente, el tiempo, va contnbuyendo a su hundimiento.
Todo ello no es más que el resultado de un éxodo rural y de los profundos cambios tecnológicos que comenzaron en los años sesenta y que a lo largo de cuatro décadas han afectado profundamente a gran parte del espacio rural español del que el municipio no es más que un ejemplo, éxodo que afectó tanto al conjunto de su población como a su estructura por edades, puesto que de los 2.300 habitantes se ha pasado a los 1.300 con que cuenta en la actualidad, en buena medida población envejecida. Y en esa misma escala involutiva, los cerca de 200 hortelanos se convirtieron en menos de media docena.
El presente de la actividad hortícola se sustenta sobre cinco familias que se han ido adaptando a las nuevas exigencias de los tiempos, en el marco de un mercado nacional y europeo cada vez más competitivo, con el empleo de nuevas técnicas: en 1986 se introduce el cultivo bajo plástico, o invernaderos, con el fin de sacar el producto al mercado durante un periodo más largo, al tiempo que se incrementa la producción, y evita el riesgo que suponen agentes meteorológicos inoportunos y catastróficos como las heladas, las tormentas de granizo … ; junto al cultivo bajo plástico se incorpora el sistema de riego por goteo con el fin de ahorrar agua y el enorme empleo de mano de obra que, en otro tiempo, conllevaba el riego por inundación a través de surcos; más tarde se construyen cortavientos para evitar los daños que, en ocasiones, introducen las ráfagas de viento; mallas antigranizo, …
Por otra parte, se mecaniza el sistema de plantación desdeñando la tradicional estaca plantadora; mediante viveristas profesionales se siembran las hortalizas en invernaderos especializados y más tarde se realiza su trasplante, lo que dará lugar a una mayor garantía para el desarrollo de la planta. Más tarde se incorporan las cámaras frigorificas, que perniten superar parcialmente el carácter perecedero de estos productos de huerta.
Estas mejoras, desde el punto de vista agronómico, se han visto complementadas , en los últimos años, con la mayor presencia de los productos de huerta en el mercado, especialmente con la participación en ferias a nivel local , como la «Feria del Pimiento» que este septiembre cumple su undécima edición, y en las que se ha podido comprobar, año a año, la creciente demanda del producto.
Pero también estos productos de la huerta de Torquemada han participado en ferias y certámenes a nivel provincial y regionaL desde donde se ha constatado y revalorizado el sabor y la calidad de sus productos, que hoy se han incorporado en la cocina de los mejores restaurantes de la provincia de Palencia.
La huerta de Torquemada, después de los importantes avances agronómicos experimentados para mejorar e incrementar su producción, está a punto de dar un salto cualitativo, mediante la creación de una industria agro alimentaria con el fin de envasar los productos de huerta, pudiendo así alcanzar nuevos mercados, regional, nacional y posiblemente internacional. En este sentido, se debe señalar que, desde hace décadas, la creación de una industria conservera fue siempre un deseo de los hortelanos del municipio, deseo que no terminaba de cuajar.
El futuro es hoy una realidad, pues se acaba de construir una industria agro alimentaria con el fin de envasar el afamado pimiento de Torquemada y otros productos de huerta, que se inaugurará el próximo 10 de septiembre. Es una industria en la que se combinan la moderna tecnología y los métodos artesanales, como el asado del pimiento empleando el tradicional horno de leña que garantiza su sabor. Iniciativa que ha surgido de los últimos hortelanos del municipio, descendientes a su vez de hortelanos, que hoy constituyen el pilar de la Sociedad Cooperativa «Vega de Torquemada», recogiendo tal vez ese deseo colectivo de décadas que no se había hecho realidad.(Fotografía 5: Los últimos hortelanos de Torquemada, los hermanos Valdespina Sagredo, forman parte de la Sociedad Cooperativa «Vega de Torquemada».)
Además, ante esta nueva iniciativa agro industrial, determinados agricultores de la zona ya comienzan a manifestar interés por cultivar, de nuevo, los tradicionales cultivos de huerta, especialmente el pimiento.
Esta iniciativa constituye, por tanto, un impulso para el renacer de los productos de huerta del municipio, e indirectamente del empleo, los servicios y, en definitiva, de la riqueza de la zona que, sin duda, precisa del apoyo de todos y de forma destacada de las administraciones a distintas escalas, local, provincial y autonómica.
(Fotografía 6: Industria agroalimentaria surgida de la Sociedad Cooperativa «Vega de Torquemada», supone un paso desde los avances agronómicos a la agroindustria, con la que se pretende dar respuesta a los nuevos retos y necesidades del mercado).
De esta forma, la nueva agro industria puede suponer un medio de desarrollo endógeno, en el que se conjugue el saber-hacer de su población con la riqueza que aporta su entorno, a partir de la fértil y extensa vega que baña el río Pisuerga a su paso por el municipio y, junto a otras iniciativas locales, podria contribuir a superar los graves efectos del éxodo rural sufrido por el municipio durante las últimas cuatro décadas.
Isidro Miguel García. Profesor de Educación
Secundaria y Profesor Asociado del Departamento
de Geografía de la Universidad de Alcalá.